miércoles, junio 22, 2011

Mas motivos de Indiganacion

Rafael Rodrigo Navarro Licenciado en Filosofia.

A la vista de toda la documentación que allí se aporta no puedo sino sentirme profundamente indignado por la manipulación a la que, supuestamente,hemos sido sometidos mujeres y hombres en este país desde hace años con el loable pretesto de legislar a favor de la mujer. Evidentemene de la citada documentación se deducen fines espúrios que más bien tienen que ver con una rentabilidad electoral partidista y suculentos beneficios de tipo económico, que con la verdadera defensa de la mujer.

La citada demanda me ha hecho leer detenidamente las leyes llamadas de género y efectivamente observo , esta vez más indignado aún, que existe una evidente manipulación del concepto de género. En ellas se hace sinónimo y exclusivo de la mujer;como si no existiera un género masculino, de la misma manera que existe un género femenino, o el varón no perteneciera al género humano, que es el significado que atribuye la RAE al concepto, fuera del significado en el ámbito estrictamente gramatical.

Se supone que el concepto de género hay que entenderlo en un plano de igualdad entre hombres y mujeres para que estas leyes sean legítimas. Sin embargo no es así.

Parece evidente que si se pretende revisar roles tradicionales que tienen que ver con los sexos y las en particular en el marco de la familia, se deberían revisar conjuntamente tanto los roles de género masculinos como los roles de género femeninos, ya que ambos forman una unidad elaborada durante siglos por una manera de entender la sociedad, la cultura y incluso la adaptación al medio.

La especialización de roles, funciones y trabajos en el pasado hay que entenderla y no sólo condenarla unilateralmente desde una supuesta ideología claramente maniquea.Así pues, resulta poco seria, e incluso me atrevería a decir peligrosa, la interpretación que se hace de los roles masculinos desde una teoría antropológica sesgada que atribuye la violencia exclusivamente al varón en base a un supuesto patriarcado que no se define adecuadamente, no se entiende de manera coherente y a la postre no se sabe bien qué es, de manera que se acepta como una especie de dogma de fé.

No parece ni coherente, ni mucho menos legítimo, condenar a una parte de la población actual en base a hechos supuestamente ocurridos en el pasado y realizados por ancestros, pues de seguir esta lógica entrariamos en todo tipo de exigencias penales para prácticamente toda lo población, empezando por el Jefe del Estado. Sin embargo este tipo de razonamientos excluidos hace tiempo de la filosofía que sustenta el estado de derecho parecen ser los que presiden las políticas de género en España, según los documentos que comentamos.

Tampoco parece justificado legislar de manera discriminatoria enfocando la violencia de género como violencia unidireccional contra la mujer, excluyendo por tanto la que se puede ejercer contra el varón. Cuando se asume esta perspectiva no es de extrañar que los preámbulos y el articulado de dichas leyes resulten claramente discriminatorios y sexistas y se observen todo tipo de contradicciones, falta de argumentación, arbitrariedad en la utilización de conceptos y conclusiones aberrantes.


 

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